Casi pierdo el hilo.
Las últimas cuatro semanas han sido muy intensas. Cuando llegue, las contaré con más detalle pero digamos que en las últimas semanas hemos arrancado el proyecto: terminado de arreglar La Cósmica, arreglado todas las cosas importantes, vaciado la casa, preparado el viaje y luego nos hemos cruzado medio Chile para llegar a Frutillar, en la Región de los Lagos.
O sea, que el viaje ha empezado.
Y, además, me vine muy arriba y junto con Fede de Acirkaos, decidimos presentarnos a una convocatoria europea para consolidar la formación profesional en circo en iberoamérica. Todo ese proceso culminó en esta imágen:
Pero regresemos al pasado
Después de volver de Uruguay, nos instalamos en la pequeña casa de Craig y Jael. Esta vez el vecino no estaba de tan buen humor, así que la opción de dormir en su sofá quedó descartada. Pero no importaba. Teníamos un plan B.
Dormir en la cocina de Craig no ha sido el sitio más extraño donde he dormido desde que llegué, pero sí el más pintoresco. Ah no, tampoco ha sido el más pintoresco, pero sí el más inesperado. No, espera.
Bueno, una cocina. Debajo de la mesa, pegado al a pared, sobre una esterilla. El perro estaba ofendido porque le quité su sitio. Pero tiene que entender que hay una jerarquía en el mundo y los seres humanos nos hemos esforzado mucho por estar en la cúspide y por eso me sentí con derecho a dormir en su sitio. Tss. A mí con esas. Qué se ha creido ese perro.
Tras dejar claro quién era el macho alfa de la cocina, Craig y yo estuvimos planeando los puntos clave del viaje. Lo que venía a continuación. Las formas en las que Está Pasando y el Malabarismo Funcional se unificarían a futuro, generando toda una odisea europea y latinoamericana de inclusión y nuevo circo.
Y entonces llegó Gabi y nos invitó a su isla.
La isla de Gabi
Mi amigo Gabi tiene una isla. Al principio era amigo de Craig, pero después de fumar en pipa en su isla, ya podemos considerarnos amigos.
A Gabi, que es un viajero, cocinero, músico, profesor de circo social en un barrio bastante chungo de Buenos Aires y una bellísima persona, le regalaron su isla. Un día, su vecino que es profesor de filología en la universidad de Buenos Aires, al cual ayudaba con labores de jardinería y le ganaba al ajedrez, un día le dijo:
—Gabi, te regalo una isla.
Y desde entonces Gabi tiene una isla. Y ese día quiso compartirla con conmigo.
A esa isla llegamos para darnos un respiro. El plan era que pasaríamos un día los tres y luego me quedaría yo solo. Para despejarme. Habían pasado muchas cosas en poco tiempo. Y yo llevaba sin parar mucho tiempo más. Así que una isla era exactamente lo que necesitaba. ¿Quién no ha necesitado un lugar así alguna vez?
Ese primer día estuvimos armando más planes, como siempre.
Nuestra idea es que Gabi se sumara al viaje, en algún momento. Yo siempre quise tener mi propia tripulación pirata. Como Luffy. Y en mi mente se estaba armando una tripulación de circo, que es lo mismo, pero con menos luchas.
No sé si alguna vez se llegará a sumar. Él sabe que está invitado. Los caminos fáciles de la vida nos dirán.
Esa noche Craig y yo estuvimos hablando bastante de su hermano. Esto lo comento porque igual en algún momento tendrá sentido en la historia. Quizás no. Misterio.
Al día siguiente ellos dos se fueron y llegó un amigo, Guillermo, con el que compartiría la soledad de la isla. Cada uno en su lugar. Disfrutando del paisaje. Por la noche conversamos sobre las creencias. La conversación se puso intensa, pero siempre desde el entendimiento. Me gustó confrontarme con alguien que tenía las cosas tan claras y al mismo tiempo tan lejanas nuestras visiones.
A veces pienso que me paso de ateo. Alguien me dijo una vez que le resto magia a la vida. Puede que tenga razón. Para mí la realidad ya es lo suficientemente mágica y no le hace falta una capa narrativa humanizadora para rendirle homenaje. Pero qué sabré yo. Las cosas son, y nosotros buscamos la manera de explicarlas. Cada vez lo hacemos mejor y cuanto mejor lo hacemos, menos falta nos hace esa capa narrativa. Lástima que las explicaciones estén al servicio de la producción y no del goce y los cuidados.
Y de repente te has comido un párrafo así. Sin comerlo ni beberlo. Igual que yo me lo he comido, sin saber muy bien cómo. Pero como aquí no se borra nada, volvamos a la isla.
En la isla pasaron dos cosas. Pero solo una importa.
Durante mis dos días allí, Adelita se fue. Y tener ese tiempo para despedirme fue otro regalo. Yo sabía que se iría. Que no la volvería a ver. Me despedí de ella sabiéndolo. Le pude decir lo que la quería. Ella me escuchó y nos despedimos.
Es muy extraño que escriba esto justo hoy. Cuando ha sido el entierro de Maruja. Las dos hermanas, cuatro meses. Hoy necesitaría esa isla. Igual tuve un atardecer y un lago.
Qué difícil es decir adios.
Te lo dedico a ti,
que siempre cantas.
Que saludas por la ventana, cada mañana.
Eso siempre será así.
Tus flores, tus plantas.
Tus cuadros, tú, Santa.
Canciones de un linaje que se quedan en mí.
Historias antiguas que me acompañan.
A mí y a los míos.
Refranes.
La COPE y el chiste del tío.
Agradecido.
Por haber sido bañado por tu luz.
No te digo adios.
Porque te llevo conmigo.
Ahora puedes ver que mi mundo es seguro, viajemos juntos.
— ¡Mestre, faena!
— ¡Faena, fuig!